Cuando ocurren tragedias en México sacamos lo mejor de nosotros mismos: la solidaridad.
Francisco Manuel López, de 23 años quien trabaja en un taller de laminados cercano a la guardería lo demostró.
Su padre le avisó del incendio. Cuando llegó las salidas de emergencia y el acceso principal estaban bloqueados. En entrevista, el héroe relató: “Vine lo más rápido posible, pase entre toda la gente con el carro y se quitaron todos… estaban tumbándola con un pico, la barda, y sí, me estrellé con la barda hasta que la tumbé. Hice tres hoyos, el primero que hice, pues ahí estaban cuatro niños y los sacaron (los rescatistas) luego, luego… No, pues muy feo, estaban muy mal, si uno está mal que no tenía familiares ahí… estaban muy impresionantes los gritos, llantos, gente desesperada buscando a sus hijos”.
Francisco Manuel dio un ejemplo de empatía, solidaridad y compasión: actuó para salvar vidas de manera desinteresada, sin tener familiares en la guardería. Tampoco le importó lo material, ni su bienestar físico; los golpes abollaron su camioneta, desviaron su columna e inflamaron sus músculos. Si el Gobierno no le hace una estatua, mínimo que le arreglen su vehículo y le patrocinen un masajito.
En medio del dolor desgarrador e indescriptible de los padres de familia, entre la indignación y consternación de la sociedad, que vio niños en brazos de rescatistas, hubo varias muestras más de solidaridad.
Algunos taxistas ofrecieron transportar gratis a los familiares de las víctimas. El Papa Benedicto expresó su “profunda pena en estos momentos de tristeza” y dio su más sentido pésame a los familiares de los fallecidos y “su cercanía espiritual y deseo de un pronto y total restablecimiento de los heridos en el lamentable percance”.
El presidente Calderón visitó el hospital donde hay niños afectados. Dijo: “Para México éste es un día de luto. Una enorme tristeza embarga a los mexicanos y, en lo personal, como padre de familia me siento verdaderamente entristecido y consternado.”
Esto que ocurrió no debió haber pasado. Saber qué y cómo fue lo que ocurrió ayudaría a prevenir desgracias semejantes en el futuro. Es necesario revisar también el trato que se da a los niños y las condiciones de las guarderías. Esto último se está haciendo en Veracruz. No importa que sea después de esta tragedia, que sirva de algo.
Han ocurrido varias situaciones en que las personas quedan atrapadas y mueren. Los lugares donde ha sucedido supuestamente cumplen con las normas. La autoridad debe endurecer la exigencia y vigilar que realmente sea así. Y si eso no funciona entonces se requiere hacer más estrictas las normas relacionadas con la ventilación, más salidas de emergencia sencillas, aspersores que se activen al detectar humo, practicar simulacros de forma continua y otras.
Sería lamentable que nada cambiara, que se olvidara el suceso, como uno más y en el futuro se repitiera algo similar.
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