La desesperación por el desempleo orilla a los que lo sufren a tomar acciones extremas.
Alguien me platicó acerca de una señora que estaba con su bebé en la caja de un supermercado. Una pareja le pidió permiso para cargar a su bebé. La señora accedió y al tenerlo en sus manos la pareja amenazó a la señora con que si no les pagaba la cuenta del contenido del carrito, le iban a hacer un daño al niño.
Llama la atención la forma en que buscaron obtener el dinero y el destino que le dieron. De ninguna manera se justifica el medio que usaron aunque lo raro del caso es que el fin era para pagar una despensa.
Hay personas que viven todos los días con el temor de amanecer sin su empleo. La cultura del mexicano es poco previsora y se inclina más hacia el gasto. Por ello es raro que alguien tenga ahorrado 12 meses de sueldo o de perdido 3 para sobrevivir a estos tiempos difíciles.
El número de personas desempleadas y de suicidios en la localidad ha ido en aumento en comparación al año pasado. Se dice que ambos hechos están relacionados. Algunos negocios han cancelado inversiones y sus ventas han disminuido ante la falta de ingresos de las personas desempleadas y la baja en el consumo de las familias. La economía sigue sin mejorar.
Si bien hay quien dice que esta crisis ya toco fondo, esto no implica que ya estemos en proceso de salida. Hay indicadores que envían señales negativas: La caída en el precio del petróleo, la disminución de las remesas que envían los mexicanos en el extranjero, déficit gubernamental.
La caída en la producción y oferta de bienes y servicios (PIB) ocasionará aun más desempleo. El Banco de México disminuyó las tasas de interés a 4.75 por ciento en un intento por reactivar la economía. Esto hace más barato el crédito y alienta a invertir en negocios en vez de tener el dinero en el banco. Son pocos los que tienen acceso para invertir a esa tasa del 4.75 por ciento y a ella todavía hay que restarle una inflación optimista esperada del 3.7 por ciento y un impuesto de .85.
La tasa real queda en casi nada o hasta se puede estar perdiendo poder adquisitivo del dinero. Es sólo una ilusión creer que nuestro dinero está produciendo intereses en el banco.
Ante este panorama negativo se requiere una dosis de aspectos positivos. Hay que recordar que la economía, como la rueda de la fortuna, es cíclica. Si ahorita estamos en el fondo de la recesión, de ahí para adelante ya no queda más que mejorar. Podemos aprender de esta experiencia a ser más previsores.
Recordemos que hemos salido de crisis peores, como la del 94, en que las tasas de interés y la inflación se disparaban haciendo impagables las deudas y el dinero perdía su valor día con día. Así que, hay que enfrentar la situación difícil con paciencia, creatividad y entusiasmo que ya vendrán tiempos mejores.
Cuando está más oscuro es que ya va a amanecer.
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