Publicado el: 10-Abril-2008
Platiqué con una joven abogada que se encuentra sin trabajo. Ella esperaba que el Gobierno le diera empleo. Se quejaba de su situación. Dijo que sus amigos le sugerían que pusiera un despacho legal. Ella, sin ánimos, les decía que eso requiere gastos, por mínimos que sean, aunque pusiera el despacho en su casa. Su actitud era algo derrotista, no se le apreciaba un deseo entusiasta de salir adelante por su cuenta.
En Vanguardia ha aparecido la nota referente a que en Saltillo tenemos profesores que se encuentran sin trabajo. Estas situaciones son tristes y en parte se deben a que muchas veces nuestro sistema educativo prepara al estudiante para ser empleado y no se le inculca una cultura de iniciativa o empresarial.
El Gobierno no puede, ni debe darles trabajo a todas las personas. Se convertiría en un aparato burocrático de tamaño monstruoso y costosísimo. Las empresas tampoco están obligadas; la iniciativa de crear y mantener un negocio es libre. Algunas empresas cierran, otras cambian de lugar. Ya nada representa una seguridad total.
La solución a la que orilla este tipo de circunstancias nos lleva a buscar tener un capital personal que se llama conocimiento aplicado al bienestar de la humanidad. El autoempleo que, aunque suena a cliché, sigue estando vigente
Saber hacer algo y estarse actualizando de manera constante es una cuestión de supervivencia. Adaptarse a este mundo que cambia tan rápido es vital. Para lograrlo se necesita una cultura de iniciativa, de atreverse.
Ahora la empresa se llama Persona, S.A. Ser emprendedor no es fácil, requiere de voluntad de arriesgar, disciplina y tesón. La buena noticia es que cualquier persona puede hacerlo. Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz 2006, es alguien que cree en las personas. Empezó prestando 27 dólares a un grupo de mujeres que necesitaban 25 centavos, suficientes para comprar bambú y hacer sus artesanías. A la fecha, el banco de los pobres que él creó, el “Grameen”, tiene más de mil sucursales en el mundo. Ahí, sin tener abogados, recuperan casi el 100 por ciento de lo que prestan. Más de lo que regresan personas con dinero.
Yunus dice que todos los seres humanos somos emprendedores por naturaleza, viene con el paquete, y la razón por la que alguien no muestra esa habilidad es por las circunstancias en que se desarrolló. Yunus convirtió a un ejército de 100 mil limosneros en vendedores prestándoles en promedio 12 dólares. 10 mil ya no piden.
Con la recesión en Estados Unidos el paisaje no pinta bien: se avecina una tormenta financiera, los nubarrones están en el horizonte oscureciéndolo. Sin embargo, algunos —visionarios que saben a dónde van— toman estas épocas como una oportunidad de crecer, de comprar barato, y de moverse, mientras muchos permanecen paralizados por el miedo. Las oportunidades están ahí esperando, pretextos hay muchos, los medios también son bastantes, sólo hay que buscarlos y aprovecharlos. Querer es poder.
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