De pecados e infidelidad. Jesús Humberto González de León.
En China padecen una forma de pobreza: El gobierno les limita el derecho a tener más de un hijo. Es triste ver como hay personas que se agachan ante el aparato gubernamental que les impone leyes injustas y gritan cuando se publica que supuestamente hay “nuevos pecados”. Estos son sofisticados y más difíciles de cometer: La manipulación genética no cualquiera la hace, se necesita ciencia, mal usada, pero ciencia. Cualquiera puede tirar una bolsa de basura en la calle, lo cual es pecado venial, según un Cardenal. Pero no cualquiera posee las industrias para destruir la selva del Amazonas. Ese si comete un pecado grave al poner en riesgo la salud humana y la disponibilidad de recursos para generaciones futuras. Crear una desigualdad, en la que pocos tienen mucho y muchos tienen poco, o acumular riquezas de forma excesiva, tampoco es pecado para cualquier simple mortal. El uso de drogas, ese sí, es cada vez más accesible. En realidad esos pecados son antiguos: “Fuentes oficiales del Vaticano precisaron hoy a EFE que estos pecados no son nuevos, que ya están en los Diez Mandamientos y lo que se hace es aplicar la ley moral a las nuevas situaciones sociales.” En materia de pecados no hay nada nuevo bajo el sol, solo se inventan versiones “remix” de los mismos temas. Esas nuevas situaciones plantean dilemas éticos que no se identifican ni resuelven a primera vista. En parte también por la confusión que producen las justificaciones actuales como “todo es relativo y depende de cada quien”, “si la mayoría lo hace es valido”, “si se puede hacer, se debe hacer.” Para no perderse, es necesario volver a esos principios básicos, llámense mandamientos, ética, moral o declaración universal de los derechos humanos. Hay que estar consciente de ellos para poder relacionarlos con las nuevas situaciones y aplicarlos. La ignorancia quizás permite pecar menos, pero no se deja de dañar o destruir a otros, que merecen justicia Por eso se trata de crear conciencia de lo bueno o malo que se esta haciendo. Hay cosas que no cambian, siempre se ha necesitado de la solidaridad ya que toda la humanidad es interdependiente. Sigue vigente la regla máxima de amar al prójimo como a ti mismo y hacer con el otro lo que te gustaría que hicieran contigo. Tampoco cambia un viejo pecado que, según encuesta de Vanguardia, cometen los saltillenses: 64% de los jóvenes de 17 a 24 años le ha sido infiel a alguna de sus parejas. También la mitad de los entrevistados mayores de 56 años ha sido infiel. El 75% de ese rango de edad admite haber recurrido al poema de Sor Juana Inés: pagan por pecar, peor que quien peca por la paga. Muy al estilo del gobernador de Nueva York, a quien le acaban de reprochar su relación con una prostituta, lo que casi le esta costando el cargo.
Cuando encuentre padre que me confiese, porque ya no es tan fácil como antes, le seguiré llevando un cuaderno con mí larga lista de pecados convencionales. Y si a lo mejor el padre piensa “Otra vez este con lo mismo”, quizás pensaré “Y apúnteme dos del mandamiento número tal para la próxima semana.” jesus50@hotmail.com
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