viernes, febrero 01, 2008

Cuesta “dienero”.

“¡Mi único hijo se está muriendo! El médico le ha recetado una medicina que solo se consigue en Inglaterra.” Dijo un hombre que se acercó a una de las casas de la madre Teresa. Mientras estaban hablando otro hombre entró…. Otra anécdota: En una casa para enfermos de Sida en Nueva York, un joven se estaba muriendo pero extrañamente no podía morir: ¿Qué pasa? ¿Qué está mal?- Dijo la hermana que lo cuidaba…Antes del desenlace, notemos que Vanguardia nos ha advertido lo difícil que será subir la cuesta de enero, que cuesta dinero. Gracias bancos por aventar tarjetas de crédito como dulces en posada, gracias empresas y gobiernos por aumentar los precios e impuestos más que los salarios. A ver si todos les pagan. Para sobrevivir se requiere haberse preparado con ahorros y trabajo diligente para comer. Sin embargo, el laborar no debe convertirse en la prioridad única. A veces confundimos el trabajar para vivir, con vivir para trabajar. De nada sirve acumular fortunas trabajando, para después gastarlas en recuperar salud, alma y familia perdidas por descuido. El verdadero rico es aquel que da y recibe amor, quien tiene una familia, una salud, aquel que puede sonreír y ser feliz con lo que tiene. Se dice fácil, pero es difícil desatender ese torbellino de necesidades, muchas veces inventadas. Somos una sociedad extraña: Nos hemos hecho insensibles a los horrores de las guerras vigentes y a la miseria espiritual. No porque no las veamos es que no existen, la propaganda gubernamental y la imagen televisiva nos presentan solo una cara de la realidad. Gastamos en comida para perros, en comida dietética mientras hay gente que se muere de hambre, no solo por un pedazo de pan, hoy “el hambre es de amor…. Amemos a los pobres ¿Conoce a los pobres de su lugar, de su ciudad? Encuéntrelos. Quizás estén ahí en su familia..Y al final de la vida seremos juzgados por el amor que hayamos puesto en cada acto”. Lo dijo la madre Teresa, esta santa moderna daba el ejemplo con obras. En la primera anécdota, mientras hablaban un hombre entró con un canasto lleno de medicinas de las que le donaban a la madre Teresa. Ella miró el canasto y precisamente en la parte de arriba estaba la medicina que necesitaba el niño. En la segunda anécdota estábamos en: “¿Que pasa?” Dijo la hermana. -Hermana, no puedo morir hasta no haberle pedido perdón a mi padre. –Dijo el joven. La hermana averiguó donde estaba el padre y lo llamó. El padre se presentó, abrazó a su hijo y lloró: “¡Hijo mío! ¡Mi amadísimo hijo!” Y el hijo le suplicó al padre: “¡Perdóname!” El joven murió dos horas después.
Las tarjetas de presentación que regalaba la madre Teresa decían:
El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio.
El fruto del servicio es la paz. Feliz año 2008 y que encontremos momentos de silencio para tener fe, momentos de amor para tener paz y salud. jesus50@hotmail.com

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