Alguien se metió a tu casa.

Por: Jesús Humberto González de León.

-Alguien se metió a tu casa, -Le dice la vecina por teléfono a un amigo. Era un sábado después del medio día, hace poco. Mi amigo sale de su oficina y en minutos llega a su casa. Ingresa por la reja de la entrada y le pone candado. Piensa “Algún borracho o el albañil”. Suelta al perro y entra a la casa. Revisa, no ve nada.
-Se esta saliendo por la ventana -grita la vecina. Mi cuate ve que un extraño pasa por una recamara y lo sigue por el cuarto de tele y de ahí salen al patio. El intruso va corriendo y se sube a una bardita -para escapar por un terreno baldío- y llega a la azotea. Mi amistad corre, brinca y alcanza a prensarlo del tobillo. Lo baja al piso y caen. El entremetido le empieza a pegar con un objeto. Mi camarada lo gasea en la cara. El intruso se levanta y corre a otra esquina, toma unos cajones, se los avienta a mi amistad, y luego se apodera de un palo de escoba.
-Déjeme ir, es la primera vez que lo hago, mi hijo esta enfermo. Dice el extraño. El camarada le responde con mas gas. El desconocido le quiere pegar con el palo y en eso entra el perro y lo asusta. El dueño de la casa aprovecha la distracción y el cerrar de ojos con llanto por tanto gas, para quitarle la escoba y luego lo tumba inmovilizándolo. El ladrón insiste con el “Déjeme ir…”. La policía todavía no llega, los vecinos ya le hablaron y están afuera. Llegan tres patrullas, mi amigo se los entrega y pide que el oficial revise las bolsas del ladrón. Encuentran el maletín de su cámara, con la cual le estuvo pegando.
Después siguió el vía crucis de la denuncia, declaración y careo. La justicia le dice que no tenía antecedentes, que el único que lo vio dentro de su casa fue él. Que eso no era prueba suficiente. El ladrón confesó. El domingo la familia del perpetrador estaba afuera de la casa de mi camarada pidiendo le diera el perdón. Le ofrecen una estufa y refrigerador para que salga libre. ¿Y lo perdonaste? Le pregunté a mi amigo. -Sí, por el daño material, pero esta encarcelado. ¿Y seria cierto que tenia un hijo enfermo? -le dije. –No se, ya no quise averiguarlo, si era cierto me voy a sentir mal y ya esta hecho. Me acorde del Papa Juan Pablo II cuando fue a la cárcel visitar y a perdonar al que le disparó.
Con sucesos como este, aprendemos que hay que tener alarma, perro, gas, púas, cámaras y todos los teléfonos de nuestros vecinos para avisarles cuando ocurra algo en sus hogares. La ola de robos y violencia, situaciones anormales que de tanto verlas pueden trastocarse en una indebida normalidad. La autoridad esta fracasando en la impartición de justicia y en la prevención de la raíz del delito. Afirman que es solo una percepción, que pretenden arreglar aparentando, cuando es una realidad. Esto lleva al ciudadano a sentirse desprotegido en su integridad física y sicológica, a que perciba débil el brazo de la fuerza pública, a que le tenga poca confianza y luego al error de hacerse justicia por su propia mano. Unámonos en la prevención del delito. www.chuybeto.blogspot.com.