Mucho se critica a la Iglesia Católica, pero cuando se requiere de llevar a cabo un exorcismo, los sacerdotes católicos son los únicos que pueden hacer el trabajito. Un caso real y difícil de posesión fue el de una muchacha, a quien Fortea se refiere como “Marta”, para proteger su identidad. Mientras Fortea le expulsaba demonios, había un grupo satánico que hacia ritos para que entraran nuevos demonios en ella. Fortea nos cuenta: “A Zabulón —un demonio en Marta— le mandé repetir ‘cuánto más me valdría no haber desobedecido’, y lo dijo.
“Entró otro demonio llamado Janser. Después de mucho invocar a San Miguel Arcángel, al fin vino: la posesa miró a un punto concreto con terror como diciendo ¡no!, luchó arañando el aire y una fuerza invisible la obligó a besar el pie de la imagen de la Virgen y el Sagrario. Janser salió y San Miguel habló a través de Marta, dijo, con una voz bella que transmitía paz, amor y bondad que tuviéramos fe.
Después escribió: “...Hay muchos demonios ocultos en personas que no lo saben”.
“Dentro de Marta también estaba Lucifer, el segundo demonio más importante. Cualquier pregunta que le hiciera a Lucifer me respondía en un tono burlón: ‘¡Qué toooonto eres!’. Cuando rezaba, gritó furioso: ‘Me pone enfermo tu paciencia; ¡Pero es que no te cansas nunca!’.
Le pregunté a Zabulón —siempre en el nombre de Jesús— que por qué no salía. Dijo, ‘yo quiero salir; Dios no me deja’.
“Le pregunté: ¿Por qué?, y musitó: ‘Para que se conciencien’.
“El infierno sabía que Zabulón estaba a punto de ceder y salir, consideró la publicidad y lo que estaba en juego en el caso. Por ello entró en Marta el más poderoso de los ángeles caídos: Satán”.
A la madre de Marta se le ocurrió —mientras veía las noticias de la guerra en Irak— rezar un Padre Nuestro por el alma de Sadam Hussein y el Demonio empezó a gritar repitiendo con furia: “Es mío, cállense”.
Satán le dijo a la madre de Marta —a través de ella— que con la guerra buscaba crear destrucción y sufrimiento.
“Al principio de una sesión le pregunté: ‘¿Cuántos están?; la respuesta fue, YO’. Lo dijo con una voz terrible, rugiente, como rugido de león. La voz de Satán es la que más odio denota.
Después escribió: “Yo quiero que nadie rece, quiero que la gente no crea en Dios. Quiero perder el máximo de almas posibles y llevarlas a la más completa desesperación y pena, a la destrucción. Los seduzco con falsas promesas que nunca cumplo para atraerlos a la oscuridad.
“(Me acordé de los políticos). Hay gente que, sin saberlo, se va hundiendo poco a poco porque no me ven. No saben que detrás de esos pequeños vicios estoy yo. San Miguel me obliga a escribir porque ellos deben saber para poder defenderse y no caer en mis redes. Yo busco su perdición. La gente debe volver a Dios de forma intensa, rezar, hablar con Dios, pedirle lo que necesitan, Él los escucha siempre. Yo influyo fuertemente para que la gente no crea. Les inculco no creencia, no moral, nada es pecado, todo está bien, les incito a la destrucción.
Los odio. Ellos no se dan cuenta. Las cosas deben cambiar. Tienen que saberlo: cuanto más se alejan de Dios, mas actúo. Yo soy Satán”.
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