jueves, agosto 31, 2006

Se abre.

Se abre. Jesús H. González de León.

Empieza un nuevo día, se abren los ojos por la mañana para darle la bienvenida, se abren las cortinas y ventanas para dejar pasar la luz que nos ilumina y el aire que nos refresca. Con el ejercicio se abren las fosas nasales, se abren los tejidos musculares relajándonos, se abren los pulmones permitiendo que el oxigeno sea llevado por la sangre e invada todo nuestro cuerpo. Se abre la llave del agua generosa que al mismo tiempo nos acaricia y nos limpia. Se cierra la mano intentando atrapar el agua, pero es en vano. Se abren los brazos para recibir un abrazo, se cierran para mantenerlo. Se abre la mano otra vez, pero ahora para recibir un saludo. Se abre una puerta para salir hacia un mundo exterior de infinitas posibilidades. Se cierra la puerta para dejar atrás otro mundo de posibilidades. Se abre la cartera o la bolsa para ayudar al necesitado y él abre su mano para recibir ese regalo con gratitud, alegría y emoción. Se abre un libro para transportarnos al mundo del autor y sentimos que casi podemos “vivir” sus ideas y experiencias. Se abre la mente para tolerar las ideas y las diferencias de otras personas, para estar alerta, para encontrar nuevas formas de pensar, mas creativas, romper con los esquemas trillados, aburridos y viciados. Se abre la actitud, se abre el carácter para ser receptivo hacia los demás, sentir sus necesidades y dejar de pensar en nosotros mismos. También se abre la voluntad para cambiar viejos hábitos que llevamos arrastrando. Solo cuando abrimos la armadura de hierro oxidado que llevamos puesta y nos deshacemos de ella podemos sentir el calor, la luz, el viento, las caricias y el amor. En el reino animal y en el vegetal tenemos numerosos ejemplos de el abrir y el cerrar. Se abre el capullo del gusano para transformarse en mariposa, para enseñarnos que lo importante no es lo que alguien es en este momento, sino lo que puede llegar a ser, en lo que se puede convertir. Se abre la flor para recibir los rayos del sol y el polen de la abeja que la hará fecunda. El cangrejo y la tortuga llevan una concha puesta porque temen que los lastimen otros seres vivientes, quizás tienen razón en algo pero también desconocen que vale la pena arriesgarse a las heridas que pudieran recibir que no son nada en comparación con el caudal de sensaciones agradables que pueden dar y recibir. Así mismo los seres humanos en ocasiones nos cerramos a otros y no permitimos que nos conozcan ni que sepan lo que sentimos, por puro temor, como los cangrejos y las tortugas que se esconden. Se abre la ostra para dar de si misma lo mas valioso, lo que guarda dentro de si, que es una perla preciosa que le ha costado cultivar. Pasa idéntico en el ser humano que en la ostra cuando se abre nuestro corazón para mostrar lo valioso que llevamos dentro y lo compartimos, como son los conocimientos, ideas y sentimientos para poder amar al prójimo. Es ahí cuando nuestra vida adquiere pleno significado en el servicio. Y así a lo largo de la vida durante todos los días se repite este ciclo de abrir y cerrar en el que creo la mejor parte esta en el abrir que en el cerrar. Atrévete a abrirte a la vida! jesus50@hotmail.com

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