jueves, agosto 31, 2006

Ladrilandia

Ladrilandia. Jesús H. González de León.
En un universo paralelo al nuestro existe un país que se llama Ladrilandia. Sus habitantes son ladrillos que se mueven por si mismos, cuentan con pies y manos, se alimentan de barro y entre su actividades principales y de mayor prestigio, está el participar voluntariamente dedicando su vida en la formación de una grandísima y fuerte barda integrada por numerosos ladrillos-habitantes. Es un honor y una realización personal constituir parte de esta barda, porque ella protege y contiene cosas como manantiales de agua pura que refresca a todos los ladrillos por igual. Mas adentro de los límites de la barda y de los manantiales, hay un hermoso jardín que en el centro tiene un enorme caudal de barro necesario para subsistir. También hay hornos para todos en donde nacen mas ladrillitos, y ahí mismo son formados endureciéndolos para que cuando crezcan algunos puedan llegar a formar parte de la barda. En ocasiones, hay que ayudar a los ladrillos que se rompen, porque no se les dio el cocimiento adecuado en el horno o se desgastan y ya no pueden cumplir su función. Un agujero ocasionado por la falta de algunos ladrillos, puede ocasionar que haya fugas de agua o incluso que se caiga parte de la barda. El ladrillo mayor, al que también le decían “La piedra angular”, era el encargado de ordenar y cuidar los intereses del bien del país y de la barda. Para ello promulgó la Constitución de Ladrilandia y parte de ella se lee: “El interés de Ladrilandia esta por encima de los intereses de los ladrillos. No pueden subsistir ni perfeccionarse los valores del ladrillo si se agota o decae la barda, ni esta puede vivir si se niegan los valores del ladrillo.” Sucedió que unos ladrillos pidieron que se pintara toda la barda para adornarla y así mismo protegerse de la corrosión que los afectaba por el sol y el aire. Algunos que eran alérgicos a esta pintura protestaron y se quejaron. Surgió una controversia que fue presentada para que la resolviera el ladrillo mayor, quien hablando con una voz serena y pausada, les dijo: “ según nuestra ley, si el bien espiritual de un ladrillo esta por encima del bien material de la barda, prevalecerá el bien espiritual del ladrillo, ya que el beneficio de la barda dejaría de existir si desconoce los derechos fundamentales de libertad y dignidad de cada ladrillo.” Así que se permitió que algunos ladrillos fueran barnizados, otros pintados y otros permanecieran sin pintar. Y de esta forma continuó la vida de recto orden y convivencia en beneficio de Ladrilandia. El cuento viene al caso para explicar el bien común. Los ladrillos son las personas y la barda en su conjunto forman una sociedad solidaria. Los manantiales, el barro, los jardines, los hornos de los que gozan todos, son el bien común. Entendido este último como “ el ambiente social en el que hay suficientes bienes y servicios materiales, espirituales y culturales que le ofrecen a cada persona la oportunidad de sobrevivir, crecer, mejorar y realizarse como persona humana y ayudar a otros a que hagan lo mismo. ” En resumen, el bien común, es que haya de todo y para todos. Un gobierno que no busca, defiende y promueve el bien común no sirve, porque para eso fue creado. Como decía Santo Tomas: “ El fin del estado es que los hombres no sólo vivan, sino que vivan bien.” La sociedad también tiene que participar en alcanzar el bien común. Cuando superamos los limites de nuestra individualidad, egoísmo y hacemos algo por el beneficio de todos, estamos contribuyendo al bien común. Por ejemplo, contra la pobreza el rico debe compartir los bienes que le sobran, desprendiéndose de su egoísmo. “En una sociedad como la nuestra, que vive una profunda crisis de valores, de fe y en la que domina el hedonismo (búsqueda del placer), la solidaridad puede ser una respuesta para hacer un mundo más digno» Cuando recoges una basura, arreglas tu casa o levantas un clavo en la calle que puede ocasionar un accidente, contribuyes al bien común. ¿ Que estamos haciendo para contribuir al bien común de la familia, sociedad, estado y nación?

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